Cuaderno

pepe martinez, talavera de la reina, cuaderno de bitacora, valverde del camino

Me presento. En primer lugar, quiero darte las gracias por consultar esta web. Deciros que soy un tipo bastante normalito, apasionado de la mar, un poco artificial, no en el sentido literal que ahora estáis pensando, republicano y nacido en el Sur, aunque podría haber nacido en cualquier parte. La familia de mi padre es madrileña y vasco-navarra y la de mi madre, andaluza y asturiana.  Así que nacer en el Sur fue más bien una causalidad, no vayáis a confundirlo con casualidad. De todas maneras, estoy convencido de que el sitio en donde naces, te marca. Creo que el olor de la tierra del lugar que te paren, impregna tus poros de un aroma especial que no puedo explicar, pero que te acompaña el resto de tu vida. 


En la actualidad vivo en una ciudad fantástica, hermosa, histórica y con gente que merece la pena tener cerca para convivir, Talavera de la Reina. En esta ciudad, María de Portugal, reina por la que lleva esta ciudad su segundo nombre, mandó a su hijo Pedro el Cruel, encerrar y luego matar a Leonor de Guzmán, verdadera reina de Castilla de aquellos tiempos, en la antigua Alcazaba de Talavera. Esta inteligente viuda y hermosa sevillana, a parte de darle al rey de Castilla, Alfonso XI, diez hijos, le seguía por todos los campos de batalla. Una verdadera historia de amor.  Desde aquí os invito a visitarla, no os arrepentiréis. 


Puede que esa mezcolanza de sangres de las que os hablo antes, me haga huir de todos los nacionalismos integristas y me considere, de una manera nada poética, ciudadano del mundo. Entre otras facetas, soy escritor. Haber nacido en el Sur, ser republicano o ser escritor, son aspectos de mi vida que tengo claros y en ninguno de ellos he tenido demasiado que ver.  El lugar de mi nacimiento no lo elegí yo, sentirte republicano lo aprendí desde pequeño y ser escritor no es culpa mía. Así que me dejo llevar y disfruto de ser conducido, ya no me hago demasiadas preguntas trascendentales. He pisado muchos charcos y por eso, no sé si soy dueño de mi mismo o, por el contrario, como decía Ortega, esclavo de mis circunstancias. 


Estoy atrapado en mil historias que pululan como fantasmas en mi cerebro. Solo descanso al liberarlas en forma de novela; es una sensación hermosa, de descanso, de placidez, de haber cumplido con un deber. Al día de la fecha he podido sacar quince de estas historias. Solo me faltan novecientas ochenta y cinco y prometo, que solo el tiempo impedirá que pueda libertarlas a todas. En este cuaderno de bitácora intentaré, poco a poco y muy bajito, hablar de las cosas que todavía considero importantes, que, en realidad, no son demasiadas. 


Como digo arriba, me defino como un tipo normal, por eso mis libros van destinados a personas corrientes como yo. Seguramente no haremos historia, ni dejaremos una gran impronta en la posteridad. Pero lo importante, es que, a la gente normal como nosotros, nos recuerden los nuestros, aquellos a los que hemos arrancado o donado cachitos de felicidad. Si he conseguido que alguno de mis libros te haya dado solo un segundo de felicidad leyéndolo, me siento satisfecho. 


También soy un poco artificial. La palabra artificio tiene bastantes acepciones en el diccionario de la lengua española y es paradójico, que sus significados choquen entre sí. La podemos utilizar como máquina o aparato, como truco, como obra artística falta de naturalidad, como maestría con que está hecha una cosa o simplemente, y es como quiero que la entendáis, como sistema pirotécnico capaz de originar efectos explosivos. 


Nuestras vidas están construidas de infinidad de pequeños detalles a los que no damos importancia. Pasan desapercibidos a nuestros ojos por pura cotidianidad. Podemos tener un buen trabajo, que seguro nos aburrirá, podemos vivir en una ciudad hermosa y no apreciarla lo suficiente, podemos estar acompañados de un hombre o una mujer estupendos y seguramente los veremos con ojos vulgares. Podemos, podemos, podemos... Podría seguir enumerando cantidad de cosas, pero no es necesario. 


En un momento determinado de mi vida, me di cuenta de pasar ante las cosas sin verlas ni sentirlas y frené. A partir de ese instante intento disfrutar cualquier detalle de mi vida como si fuese un artificio que originará una explosión en mí o en la persona que esté a mi lado; sea una conversación, sea escuchando, sea en el trabajo, sea con una persona, da igual. Cada momento, cada detalle, cada viaje, cada beso, cada caricia, es único e irrepetible y no lo volveremos a vivir jamás.


Por eso quiero que me acompañéis en este viaje de grandes explosiones. Intentar pensar si a lo largo de vuestro día no habéis tenido momentos que podríais haberlo aprovechado mejor y si es así, hacerlo mañana y originad grandes o pequeños artificios de explosiones. Saborear con deleite vuestra vida y la de los demás, porque no habrá otra.

Share by: